lunes, diciembre 22, 2008

Nada.





Disculpe señorita, no quise molestarla, pero es que la vi entrar al lugar y no pude evitar de contemplar tan bello ser con tan poca ropa. Y disculpe usted, no me malinterprete, es que al ver esas piernas rompiendo la realidad no puedo desear más que resbalarme sobre ellas. ¡Qué belleza! Esas caderas se abren camino entre la gente con una gracia única; debería verse.

No por favor, no crea que me he ahogado en el whisky, pero por besar esos labios, encantado lo haría. La vi acercarse buscando algo o alguien con esos ojos tan... tan... tan "wow". No pude mirarlos de frente y, no se enoje por favor, pero aquel escote que encontré a continuación ha de ser lo único en lo que Dios y Satán debieron estar de acuerdo.

Debo quedarme callado y no decir más al respecto. Y no es que quiera pasarme de listo con Usted, no quiero darle ningún nombre ni adjetivo. Usted disculpe que todo esto no tenga mucho sentido. Repito: no estoy pasado de copas. No sé qué me pasa, pero la vi venir y de pronto sólo somos los dos en el bar.

Siento que sudo y algo me presiona el pecho. Yo sólo pasaba por aquí y creo que es una señal porque realmente yo no iba a venir, no frecuento estos lugares... ¡Ay! ¡Qué hermosa risa tiene usted! ¿Podré ahora vivir sin ella?

No, no por favor, no se vaya quédese un momento y prometo no aburrirla. ¿Le parezco gracioso de por sí? Oh, gracias. ¿Le puedo ser sincero? Es la primera persona que veo así de pronto con quien me da ganas de pasar el resto de mi vida, formar un hogar, un par de hijos tan bellos como Usted. Creo que cupido me flechó. Apuesto a que le gustan los niños, tiene un trabajo interesante, que se queda 5 minutitos más en la cama cada mañana. Una diosa que cuenta sus calorías en el supermercado y da muchos regalos en navidad. Creo que Usted y yo seríamos felices juntos.

¿Podría invitarle un trago, bailar algo y acompañarla a casa? ¿Al menos hoy? Espero no piense mal de mí. Sólo soy un corazón que cree estar enamorado.

-Disculpe señorita...
-Sí ¿dígame?
-Pues... ah no, no. La confundí. Disculpe, no es nada.

(Dias) Sin Color

Hoy me he levantado sin sueños
y al rodar por las escaleras
me di cuenta que
la calma ya no es buena.
dejó el día sin color

No encuentro el disfraz de tus llamadas
esas que dabas cada mañana
me di cuenta que
ya no me sirve el celular.
dejó el día sin color

De la casa al trabajo, del trabajo a la casa
y poco a poco los dias se pasan
me di cuenta que
sin ti soy solo un mortal
y poco a poco los dias se pasan
se pasan
la vida se pasa
en dias sin color.

miércoles, diciembre 10, 2008

Quiero morirme en tus brazos

Me quise morir en tus brazos. Sentirlos abrazandome fuerte y emprender con su calor un nuevo viaje.

Me quise morir en tus brazos para sentirme protegido y no temerle a la muerte que me lleva.


Me quise morir en tus brazos también para asegurarme de que seguirías viviendo, para no tener que afrontar yo tu partida.


Me quise morir en tus brazos para que lo último que escuche sea su voz, para que lo último he sienta sea tu cuerpo, para que lo último que huela sea tu aroma.


Me quise morir en tus brazos para que lo último que me toque mirar sea tu rostro, ese que me hará vencer a la muerte y permanecer vivo junto a ti.


Y sobre todo me quise morir en tus brazos, para que la muerte se apiade de mí y me deje estar más tiempo a tu lado.

miércoles, diciembre 03, 2008

Vivir con Odio




No es bueno vivir con odio.
El odio es como una mala hierba que crece muy muy rápido hasta cubrirnos por completo. Una vez sumidos en su oscuridad no nos deja crecer; nos va asfixiando y nos marchita.

No es bueno vivir con odio.
La alegría es como una flor hermosa, que crece con nosotros y se multiplica si sabemos cuidarla. Una vez que florece, embellece todo el jardín.


Mario V. - 11/2008

martes, noviembre 11, 2008

ArtMedia Studio

Soñado en Nov 08

jueves, octubre 02, 2008

La Calle 3

"...y será mejor que te des prisa."

Juan colgó el teléfono. La puerta de madera se cerró al salir Juan de la casa con rumbo a la vieja esquina donde terminaba la calle 3 donde por fin sabría toda la verdad. Tenía la seguridad de que en ese lugar el hombre de negro que se mostraba vigilante a lo lejos le diría lo que quería saber. Su andar llevaba prisa, su actitud delataba nerviosismo y su mirada apuntaba con velocidad a todos lados puesto que la ansiedad lo deboraba. La calle se hizo larga. La noche soltaba sus sombras que cubrían de a pocos el panorama. Trató de relajarse. No había notado que Susana venía también por la esa calle. Al estar cerca Susana saludó.

-Hola Juan, ¿a donde vás?

-Hola Susy... este... voy a la esquina un rato. Oye, discúlpame pero llevo algo deprisa, hablamos después ¿sí? –dijo con voz evasiva y algo nerviosa.

-Esta bien, anda. Nos vemos. –se despidió y siguió con su camino tratando de ocultar en su mirada aquella culpa que la asfixiaba.

No podía quitarse de la mente aquellas imágenes. No sabía cuánto tiempo podría ocultarle al mundo que fue irresponsable y salió embarazada, que fue mentirosa y no se lo dijo al novio... y que peor aún, había abortado y ahora era una asesina. Susana llegaría a su cuarto y se echaría a llorar. Una semana después el novio pagaría a un doctor lo respectivo por el lavado de estomago que le salvaría la vida a Susana tras haber ingerido pastillas para matarse.


A Juan le sudaban las manos. Iba ya casi a la mitad de la calle 3 cuando su buen amigo Joaquín le pegó un grito desde la vereda contraria.

-¡Hey, Juan! Mañana nos hacemos una pichanga con los muchachos!! ¿Vas?

-¡Ya, chvre hermanito! –respondió tratando de quitárselo.

-¡Yo pongo el cevichito! ¡No seas falla!

-¡Listo, hablamos!- y siguió con su camino sin pensar en lo dicho.

Joaquín había recibido un asenso con después de haberse desempeñado de forma espectacular en la cama de su jefa. Joaquín llegaría a su casa y le daría la noticia de aquel asenso a su mujer la cual tras felicitarlo le echaría mano a su cheque y le daría un “buen uso” en algún centro comercial. El puesto sólo le duraría 3 meses.


Los pasos se aceleraron. La calle 3 lucía sin vida. Solo eran él, el hombre de negro en la esquina y un auto que venía haciendo mucho ruido dejando atrás a Diana paralizada por el miedo en el callejón donde vivía. Su padrastro la había amenazado otra vez con matarla si los descubrían. Diana solo podía sentir como su espalda era arañada por los ladrillos, mientras aquel animal gozaba con su cuerpo. Sentía las manos, el miembro, el aliento, el dolor, el miedo, el asco y la forma de proteger a su pequeña hermana del mismo destino. Diana, de 15, no dormiría esa noche. 24 meses después la adoptaría un convento. 28 meses después los vecinos encontrarian el cuerpo del padrastro descuartizado en su baño.


Juan, sudando frío, llegó por fin a la esquina. El hombre de negro y Juan se miraron y entraron al local. Intercambiaron unas palabras. El hombre sacó un papel del bolsillo y se lo entregó a Juan. Había llegado el momento. El papel miraba a Juan. Juan lo observó. Levantó la mirada y con el mayor gesto de alegría que alguna vez pudo haber tenido dijo:

-Es realmente algo increíble!! No puedo creer que la selección haya clasificado al mundial. Aquí está todo! a 2 puntos de Chile!! DESPUÉS DE TANTO!!! Pucha, cómo me perdi el partido...

-Si pues, y como demanda la ocasión ¡A celebrar! pe` chino. A que hora cae la gente?

-En un rato caen... mas bien, creo que hay una pichanga mañana, Vamos pe` !Salud! –y alzaron las cervezas pensando en lo perfecto de ese día.


Mario Valdivieso W.

02-Jun-2003

martes, septiembre 30, 2008

Escapes


Toño no supo hacia donde huir una vez que vio su nombre en aquella lista. Tomo su mochila y rápidamente busco un refugio, alguno que lo escondiera de sus perseguidores. Se sentía como aquel conejo blanco que corría hacia su madriguera en la nieve.
Llegó a la esquina y dio la vuelta paso veloz. No quería llamar la atención de la gente. No quería ser visto. Sabía que debía salir del complejo, aquellas personas a su alrededor no lo ocultarían para siempre. Sabía que los lobos estaban cerca.
Cruzó pasillos, subió escaleras, bajó por ellas, se ocultaba... corría sobre la nieve, cruzaba x los arbustos, quería salir de aquel oscuro bosque...

Ya había avanzado bastante… ¿cuánto falta para obtener la libertad? …aun no escapaba y él lo sabía. Desvió su curso, sabia de una salida no muy lejos y con más posibilidades de que no lo vean. Llegó hasta un pasillo y vio la salida frente a él. La salida estaba a unos metros. Sus ojos se abrieron más y una sonrisa se marcaría en su rostro por unos segundos antes de oír unos pasos que se acercaban por detrás. Volteó velozmente. Eran ellos. Toño corrió asustado hacia la puerta con el corazón más acelerado mientas un sudor frió lo bañaba. En una vista rápida dos sombras bloquearon la salida. Los lobos rodearon a su presa. Toño frenó en seco y fue a dar al piso por acción de uno de los de atrás y tirado boca abajo sentía como lo sujetaban con fuerza. De pronto sintió el metal frió en su cabeza; estaba muy bien sujeto. Él gritó un “¡NO!” antes de dejar de luchar resignado. Sus ojos observaron su cabello por todo el piso. Todo había acabado.

- Felicitaciones cachimbo!! Entraste a ingeniería a la primera!! – dijo Alan
- Si!! Pablo y la chata también la hicieron, vamos a buscarlos? – añadió Juan Luis mientras ayudaba a Toño a ponerse de pié.
- …Ya pe` y de ahí unas chelas no? – respondió Toño pelado, esperando a que no le tiren huevos...


Nov - 2002

lunes, septiembre 29, 2008

Poema

Mira mi ser, qué te dice?
mira mis ojos, qué ven?
mira mis labios, qué necesitan?
miro tu ser, no veo mucho, está nublado
miro tus ojos, les falta luz
miro tus labios, necesitan dulzura

Grande mi angustia
condenada a existir por siempre
la eternidad en cada minuto
detrás de la luna veo una silueta
deslumbra mis ojos cada mañana
pero el crepúsculo regresa
deja mi vida cegada

Di que amanece siempre
di "no oscurecerá nunca"
dime que sigues ahí
que aquí me siento solo...

no recuerdo si fue escrita por Marvil o por los 2. - 2002

viernes, agosto 15, 2008

El Señor Leinad




Hace ya varios años, me topé por medio de la internet con este relato escrito por nada más ni nada menos que el mismisimo Daniel F. a quien muchos no le prestan mucha atención y seguramente ni les interesa quién es. Logicamente, no les voy a decir quién es porque no es el punto. El punto es el relato de este sujeto, que imaginario o biográfico, se transformó en lo más bello que he leido hasta el día de hoy. Tampoco es que yo lea mucho, pero aquí se las mando.

Con Ustedes: "El Señor Leinad" (aplausos)


El Señor Leinad
-Por DanielF-

Mi abuelo siempre se mantuvo ocupado resolviendo crucigramas y llenando pupiletras. Era un adicto a los entretenimientos bizantinos. Su hijo, mi padre, heredó sus costumbres y se dedicaba a cubrir las tardes de ocio -y las noches-, jugando con mi madre al Dominó, al Ludo o al Monopolio. Creo que yo he sido el resultado de esas adicciones al “matarrato” y me convertí en un terrible vicioso de los juegos de Vídeo: Ataris, Nintendos, Play Station, Nintendo 64, Game Boy... Los devoraba todos. No me mal entiendan, no era uno de esos que dejan sus zapatos o las DNI en los dispendios interactivos. Solo lo hacía para... para “matar el rato” y eso era todo. Total, no me gustaban las fiestas, los bailes, las modas y tampoco tenía hembrita alguna. Mi padre y mi abuelo decían “es preferible eso a que sea un pastelero o un maricón chupapinga”. A lo que mi madre agregaba “..o un rocanrolero desaliñado, como ese Señor Leinad”. Siempre estuve intrigado por saber quién mierda era ese “Señor Leinad”. “Es un cincuentón feo y huraño, que enseña guitarra en el Centro para Adictos a los Fármacos” me dijo mamá “es un loco que nunca se a casado, y hasta dicen que nunca tuvo, siquiera, una enamorada” . “Pero claro pe’ mujer -sentenciaba papá, entre idiotas carcajadas- con esa cara que se maneja.. lo único que le ha quedado por hacer a ese tío es seguir corriéndose la paja”. Fue entonces que decidí ir a ver al sibilino Señor Leinad.

Con la excusa de querer aprender a tocar la guitarra, me enrumbé hacia el Centro para Adictos, ubicado muy cerca de otras instituciones estatales encargadas de la salud y el bienestar: hogares para enfermos mentales, colegios para niños especiales, casa de expósitos, alojamientos para gente de la tercera edad, hospicios, albergues, orfanatos, manicomios y esas cosas un tanto deprimentes. El sitio donde llegué se llamaba Centro de Recuperación Bartolomé de las Casas, un lugar gigantesco, al cual acudían todos los malogrados de la zona. A pesar de lo ascético del lugar, uno no puede mantenerse ajeno a esa atmósfera entre glacial y siniestra, entre metílicos y cloroformos, que despiden los muros del mesón. En uno de los patios se encontraban los pastrulos, regados por todo el piso, barbudos, flacos y pulguientos. Uno de esos se me acercó y quiso picarme un cigarro o un sencillo, lo que caiga primero. Tuve que decirle que estaba misio -lo cual era cierto- y que solo venía a tomar unas lecciones de guitarra. “Puta que eres bien malo, barrio -me dijo el trulo- ya, ya, anda vete nomás conchatumadre”. Yo seguí buscando la Sala de Música y al tal señor Leinad. De pronto, comencé a escuchar unas consonancias algo infrecuentes, un cromatismo desusado. Seguí los extraños e insólitos sonidos hasta que, por fin, pude hallar su procedencia. Era el tan mentado Sr. Leinad. Aquel hombre, con casaca negra de cuero y jean desgastado, estaba impartiendo una clase. Pero, más que una lección, era un coloquio, una broza con sus eventuales alumnos. Hablaban de las relaciones interpersonales, de romances estropeados, de enamoramientos prematuros, pero también de computadoras, de psico acústica, de física básica y, por supuesto, de música. Y, contra todos mis principios abúlicos, todo lo que allí se decía me interesó como mierda. Y me interesó aún más, cuando aquel viejo Sr. Leinad, dijo ser un descarriado a muerte de los Juegos de Vídeo, y que sus video games favoritos eran el Golden Eye, Killer Instinc, Vicker Mouse y el Doom 64, Counter Strike que también eran mis favoritos.
Después que impartió su clase, me acerqué a él y le dije que quería tomar unas lecciones. Me dijo que sí, que “komo las huevas” . Y por fin lo vi de cerca. De verdad era uno de los tipos más feos que haya visto en toda mi vida. Su nariz prominente, su barbilla desproporcionada, su manojo de cabellos quebradizos y orquillados, su extrema delgadez y su amarillenta piel, daban una pista -sino la respuesta- al porqué se ha mantenido oculto y ajeno a la vida en sociedad.

- ¿Kómo te llamas? -me dijo, mirando a otro lado.
- Daniel -le contesté- ¿Cuánto me van a salir las clases?
- Nada. -me dijo, al tiempo que abría un paquete de galletas integrales- El mejor pago es ke salgas de akí tocando. Y si es una kanción tuya... pues ¡mejor!

En los días siguientes me enteraría de la vida y avatares de ese hombre. Nacido en el Callao, el Sr. Leinad nunca fue lo que se dice un alumno aplicado, por lo que dejó el colegio antes de completar el mínimo de condena que les dan a los niños por llegar a este mundo. Carece del sentido del olfato y su sentido del gusto está reducido a la mínima percepción. Su vista, en cambio, es envidiable, así como su sentido de la audición. Asténico, cariátide y con una ligera tendencia a tartamudear, el Sr. Leinad vivía en el Centro de Recuperación, rodeado de pastrulos y alcohólicos. No era un interno. Lo que pasa es que los encargados le dieron un cuarto y comida, a cambio de las clases de guitarra y nociones de música que él impartía, amen de ayudar en algo por las noches. Luego me iría enterando por ahí, que cuando pasó la adolescencia llegó a tener una agrupación de música rock, que grabaron discos y que fueron muy reconocidos tanto por la prensa complaciente como por la crítica más seria y underground. Fanático de la música progresiva de los 70s, el Punk Rock y el Metal, el Sr. Leinad hizo obras musicales bastante alejadas de las figuraciones y las modas, y por ello siguió siendo un misio de mierda. Pero su retiro de las canchas de concierto no fue por el inexistente “éxito” comercial. Su retiro se debió a su extrema fealdad. Claro, no me imagino que sea muy agradable el subir a un escenario con ese físico y que miles de personas se queden ahí, mirándolo a uno, como si fuera un ser extraño o el sucesor del lordótico Hombre Elefante. El Sr. Leinad, por todo aquello, solo aguantó unos cuantos años esa vida azorosa de autógrafos, primeras planas y vídeos. Al parecer, tuvo su buen cuarto de hora, el tío. Un buen día agarró sus canciones y se encerró en su hogar para no salir nunca más a la vida pública.

- ¿Porqué no siguió con las presentaciones y esas cosas que deben ser experiencias bien bacanes? -le pregunté un día.

- Ni tanto -respondió el Sr. Leinad con gesto desganado- al menos yo, las más de las veces, lo ke sentía al estar parado frente a tantas personas, era vergüenza. Vergüenza y nada más ke eso. La mayoría de las presentaciones eran para mí una verdadera tortura. Y si kontinuaba kon todo eso era porke mucha gente me empujaba a ello. Lo ke pasa es ke yo siempre viví sumergido en una eterna adolescencia, siempre me sentí como de 17 o 21 años. Siempre andaba rodeado de gente muy, pero muy joven. Ellos me daban esa fuerza, ese espíritu para continuar. Sus palabras, los agradecimientos que les salían del corazón, los constantes obsequios y tantas cosas, me comprometían a seguir en eso, en todo akello ke me estaba oprimiendo el alma. De pronto, kuando ya tenía komo 40 o 41 años, la adolescencia se me fue un tanto de golpe. Se me comenzaron a caer los dientes, perdía más y más pelo. Mi piel y mis huesos comenzaron a sentir el paso irremediable de los años. Si bien siempre he sido feo -y lo sabía perfectamente- en esos días me puse aún más feo, impresentable, inmostrable. A partir de allí, solo me quedó hacer grabaciones y luego nada.... hasta llegar a este Centro...

- ¿Pero no le satisfacía el cantar, el hacer música y que mucha gente lo aprecie y le reconozca su talento, su valor como artista?

- Me satisfacía por lo ke, después de kada koncierto, tenía varios nuevos amigos. Eso era todo. Nunca hice plata, nunca gane dinero, fama o fortuna, pero gané lo ke nunca tuve de chibolo: amigos; gente ke me escuche y personas a kienes escuchar. Y eso era suficiente. Tu debes saber ke el no doblegarse ante los embates de la moda y lo fácilmente masivo, tiene sus desventajas... -dijo el Sr. Leinad, mientras dibujaba una cínica sonrisa en su rostro-

- Pero en nuestro medio -traté de hacerme el polémico- el hacer las cosas con el corazón lo dejan a uno fuera de carrera. Todos van por la marmaja o por levantarse alguna hembrita. El que se dedica a artista: o es un gran farsante o es un loco de mierda...

- Eso de “todos tenemos algo de loco” es bien cierto. Y es ke arte y locura, van de la mano. Se supone ke el arte es una forma, o el resultado, de un tipo de locura. Solo un loco podría tener en su mente ‘melodías’, ‘imágenes’, ‘historias’... ke luego las plasma en una partitura, un lienzo o un libro. El arte es una válvula de escape por donde los individuos kanalizan y discurren todas sus angustias, ansiedades, represión, en fin: el sufrimiento. Imagínate ke no existiera el arte... El número de, lo ke la sociedad llama ‘locos’, se incrementaría como la putamadre. Porque, eso si, ‘locura’ es una cosa y ‘demencia’ es otra. La locura es, lo ke klínikamente se konoce komo la pérdida, transitoria o por un largo período de tiempo, del racionalismo normal, mientras ke la demencia es la desintegración, irreparable muchas veces, de la vida psíquica komo la konocemos. Un loco, por lo general, ‘habla’ o ‘dice’ disparates, o tiene pensamientos voladores y puede terminar haciendo una banda rock o poemas. Un demente, en cambio, es alguien ke puede ser kapas de hacer volar un edificio kon gente adentro, solo porke el color de las ventanas lo angustia.
- Pero ¿no le jode el tener que vivir en medio de pastrulos y rajados? -pregunté.

- Prefiero vivir kon drogos, a estar cerka de los defensores de la infamia o la impunidad, aunke akellos no sean más ke el resultado de estos. Las autoridades solo se preocupan por encerrar drogadíctos y estorbar el diario vivir de prostitutas, homosexuales, obreros y de los chicos en edad escolar. Prohíben conciertos de rock, porke dicen ke son perniciosos, hacen mucho ruido y suele haber peleas. Pero no hacen lo mismo kon salsódromos, chichódromos o kon los estadios de futbol, donde las drogas, la violencia y la muerte, son los ingredientes habituales.


Poco a poco fui comprendiendo porqué el señor Leinad había terminado envuelto en todo ese halo medio de fábula, de mito y de cuchichería. ‘Es un loco ’ decían. Pero en clase, el Sr. Leinad, el ‘loco’, el ‘feo’, era el mejor maestro que conocí. Sus charlas eran fabulosas, sus historias eran fabulosas: cuentos anarquistas, anécdotas universales, movimientos anti-taurinos, Diógenes, Antonín Artaud, Nietszche, Francisco de Asis, las drogas, sexo y rock’n’roll. La manera que tenía para enseñar era sencillísima y amena. Le gustaba explicar hasta lo que para cualquier domine le hubiera parecido de lo más absurdo.


- Hay personas ke kreen ke los trastes son los espacios destinados en la guitarra para hacer los akordes korrespondientes -decía el Sr.Leinad- pero en realidad ‘trastes’ son los pequeños filamentos, a veces metálicos, a veces de hueso, ke están dispuestos en el mástil del instrumento...


Y todo lo explicaba tan chévere que daba gusto estar en su clase. Inclusive cuando se volvía medio complicado, era un tío animado. Como la vez en que trató de adentrarnos en el uso y funcionamiento del Metrónomo de Doble Tiempo, inventado por el británico John McLaughlin


-McLaughlin fue uno de los grandes guitarristas de los 70 -explicaba el señor Leinad- él decía ke tomando el tiempo principal, al kual llamaremos Tempo A, el kual se puede subdividir hasta en 99 tiempos, lo kombinabas kon el Tempo B, ke también estaba subdividido en 99 tiempos, teniendo, si lo deseas, 98 tiempos en kontra. Después tenemos la palanka C. Ahora bien: si kiero un ciclo de siete, sakado del B, me dará un golpe sobre el “uno” de kada siete del B, y si empujo el kontrol hacia adentro, llegaremos a tener cinco de kada ciclo de A. Vamos a suponer ke tienen 60 golpes por minuto y la letra A está dividida en, por decir, cinco. Después tienen el ciclo B dividido por siete, entonces para kada “uno” Uds. tendrían cinco y siete A y B. Es el mismo compás subdividido diferentemente. Kon la palanca C puedo decir ‘dame uno’ cada tres del siete, lo cual solamente va a aparecer tres veces kada 21 golpes. Bajas luego el volumen del B y tienes solo el C, lo kual es una variación del B -ke no se escucha- en kontra de cinco.


El Sr. Leinad sabía llevarse bien con todos y nadie lo jodía en clase, pues, a pesar de la falta de atributos físicos, muchos lo respetaban y le tenían ley. Otros le tenían miedo. Decían que era un satanísta y que había matado a varios pastrulos solo por mirarlo. Cargaba siempre una Smith & Wesson calibre 38, ligera, de cañon corto. Los menos interesados decían que simplemente era un viejo onanista, un pajero.

Al comienzo, en las primeras reuniones a las que asistí, todo estuvo bacán. Casi todos nos reíamos de las ocurrencias de tan singular maestro y de su manera de explicar las cosas. Todos, después de una primera, y chocante impresión, nos terminábamos acostumbrando a su rostro, a sus rasgos tan poco beneficiados y a su voz.
Pasado algunos días, empero, las cosas comenzaron a cambiar un tanto. En cada nueva clase, al Sr. Leinad se le veía cada vez más triste y taciturno. Hubo sesiones en que casi no hablaba y solo se limitaba a los ejercicios en el diapasón, afinaciones en FA sostenido, escalas pentatónicas, giros y saltos de octavas menores... pero nada más. Algunos alumnos no entendían muy bien que huevada le estaba ocurriendo.

La respuesta, el motivo a este cambio súbito de humor, fue aquella tarde de Otoño en que llegó al Centro, una dama muy linda, muy hermosa. El Sr. Leinad, como cada tarde, estaba tomando un refrigerio en el cafetín del local. Aquella chica lo vió y se acercó a su mesa.

- ¿Está ocupado este asiento? -preguntó la dama, que llevaba un sencillo traje azul.
- No -le contestó el Sr. Leinad, sin mirarla.
- ¿Puedo sentarme? -dijo aquella señorita con voz muy suave.
- No sé. Si kiere. -dijo el Sr. Leinad con aire misógino pero con inocultable vergüenza.
- Pues claro que quiero -le dijo la chica con una gran sonrisa, y procedió a tomar asiento.

El Sr. Leinad, al ver su espacio invadido, hizo lo que cualquier otro feo hubiera hecho en su lugar: intentar arrancar despavorido. Pero ella se lo impidió

- ¿Porqué te vas? -inquirió la chica- ¿Te he molestado acaso?

- No, pero.... tal vez quieras estar sola.

- Por favor, lo que menos deseo en estos momentos es estar sola -se apresuró en decir la damisela que parecía estar pasando por algún tipo de crisis- solo quiero conversar con alguien. Estoy un poco desorientada y el alma se me está cayendo a pedazos. Por favor, no te vayas.
- Pero... ¿y ke podría hacer yo? -inquirió el Sr. Leinad, un tanto perplejo.

- No sé. Pero no me abandones.

- Disculpa. No lo voy a hacer. –dijo el Sr. Leinad, bajando la mirada.

- Tal vez te parezca algo trivial o tonto, pero el hombre que me gustaba me dijo que me vaya a la mierda, que nunca se fijaría en mi porque soy fea...

- ¿Fea TU? ¡Pero si tu eres una mujer preciosa! -dijo el Sr. Leinad, sin poder ocultar el súbito enrojecimiento de sus cachetes. La chica lo miró, sonrió y siguió hablando.

- Yo siempre veía a este chico cada vez que salía de su Instituto. Y me gustaba, me gustaba mucho. Hace unos días me armé de valor y decidí decircelo, decidí confesarle lo que por él sentía

- Muy mal hecho -aseveró el Sr. Leinad, como gran conocedor de estos menesteres.

- Si, mal hecho -confirmó la dama- Pero lo peor es descubrir que la persona de la cual una se a enamorado, es un patán de mierda que no tiene el más mínimo respeto por las personas, por los sentimientos... El muy roña tuvo la desfachatez de reírse de mí, delante de todos sus amigos...

- Sé de lo que hablas -decía el Sr. Leinad, con la mirada clavada en su taza de café.

-¿Alguna vez te han desairado o humillado de esa forma? -preguntó la chica.

- Tengo un promedio.... “normal” de humillaciones públicas. Pero últimamente no le he dado la oportunidad a nadie. -respondió el hombre- Además, tengo la ventaja de saberme no muy atractivo, así ke, de antemano, siempre supe ke iba a rebotar y nunca me hice ilusiones kon nadie.

- Pero yo creo que uno debe confiar en lo que le dicte su corazón -dijo ingenuamente aquella pálida señorita.

- Pero mírate a tí -dijo el Sr. Leinad- ¿Kómo has kedado después de seguir ‘los dictados de tu corazón’?

- Tienes razón -dijo la chica, y ambos se quedaron en silencio.

Se miraron un largo rato, en completo mutismo. Ella parecía tratar de buscar algo en los ojos del Sr. Leinad, tan oscuros, lóbregos, rodeado por esa maraña hirsuta de cejas y por algunos pocos cabellos que descanzaban en su frente. El Sr. Leinad, olvidándose totalmente de sus deficiencias estéticas, también la miraba, de frente, sin miedo, algo que no había hecho con persona alguna en muchos años. Afuera, una perezosa niebla húmeda comenzaba a envolver la zona, haciendo descender la temperatura considerablemente, frío que, al parecer, no parecía importarles a ninguno de los dos.

- A mi, kuando era chibolo -contaba el Sr. Leinad, ya con más valor para hablar- me decían ke el físico no era lo esencial, y ke más valor tenía la personalidad y el buen hablar. Al tiempo komprobé ke todas esas kosas eran puras babosadas, y ke lo más importante para estar en este mundo de las apariencias, es el físico, el aspecto externo de las personas. Yo una vez tuve una konversa bastante agitada kon uno de esos defensores de la teoría de ke el buen hablar, la ‘labia’, basta para konkistar a una mujer, y ke el físico es kosa sekundaria. Yo le decía ke No, ke el físico es lo primordial. Ke lo primero ke vé una mujer es el kuerpo, el rostro, el físico del hombre. Este pata me decía ke no. Pero después, él mismo me dio la razón kuando rekordó algo ke a él le había pasado: dice ke él estaba con una hembrita muy linda y estaba ke la palabreaba y la palabreaba. El es un tipo nada guapo pero kon muy buen chamullo. Es más: diría que es un tipo algo feo pero nada soporífero. Pero en fin, dice ke la chica ya estaba ‘por kaer’, kuando de pronto llega un pata rekóntra pintonázo, un churro el tío, y la chica se olvidó de mi amigo. La tía kedó embobada kon el nuevo llegante y terminó lléndose con el chico guapo.

- ¿Con el pintonazo?

- Si. Y ese tío lindo no necesitó desahacerse en lisonjas, discursos o caravanas. El chico guapo no dijo ni una sola frase inteligente o kabriolesca. Solo la miró, se la presentaron y se la llevó.

- Que fácil -dijo ella.

- Ke fácil -dijo él.

Se miraron y guardaron un soplo de silencio. El encargado del cafetín, el Sr. Enzo Bracamonte, los miraba desde el corredor. Mirno Marino, el cocinero, también estaba sorprendido de ver al Sr. Leinad conversando con una mujer... o viceversa.
La dama, mientrastanto, le agradeció al Sr. Leinad por haberse quedado. El Sr. Leinad hizo lo mismo, y notó que la mujer llevaba una de sus manos siempre cerrada, haciendo un pequeño puño o como guardando u ocultando alguna cosa.

- ¿Qué llevas en tu mano izquierda? -preguntó intrigado el Sr. Leinad.

- No sé -respondió aquella mujer- tal vez solo sea un balcón...

- ¿Eh? -se admiró el Sr. Leinad.

- ... tal vez una idea, una melodía o tal vez solo sea una nube -dijo la dama, sin mirarlo.

- Huásu... -exclamó el Sr. Leinad- tal vez sea la nube ke estuvo bailando anoche en mi ventana.

La dama, con una gran sonrisa, tomó la mano del Sr. Leinad, la abrió y puso la suya, como dándole lo que llevaba oculto.

- ¡Lo tengo! -dijo el Sr. Leinad, quien no abriría su mano en todo el resto de la tertúlia- ojalá no se me escape.

- Ojalá -dijo ella.


El cafetín, por lo general tan ruidoso y mugidor, parecía esta vez querer crear un marco de sosiego y quietud a tan inusual reunión. Al Sr. Leinad se le notaba visiblemente contento.

- Es la primera vez ke alguien me obsekia una nube -dijo el Sr. Leinad.

- Lo malo con la mayoría de la gente -comenzó a establecer la dama- es que ya nadie quiere creer en la fuerza de la imaginación. Todo tiene que ser material, tocable, tactáble. Solo creen en aquello que sea suceptible de ser probado. Tienen más seguridad frente a un hardware que a un software.

- Es ke también está el miedo -dijo el Sr. Leinad- la gente le teme a lo ke no conoce, a lo ke no puede ver y a lo ke no se puede sobornar. Muchos dicen no kreer, por ejemplo, en fantasmas, platillos voladores o en el amor, pero en el fondo lo ke esperan es ke en realidad no existan. Tienen miedo. El úniko software humano, las únicas sensaciones humanas ke han inkrementado su popularidad a traves de los siglos, son el sexo y la maldad.

- De ese software deben de estar viviendo muchos piratas de Wilson -dijo la dama con una sonrisa- deben de salirles pedidos a montones...

- Sí. Es ke lo malo kon la mentalidad de Occidente -se puso a discernir el Sr. Leinad- es ke todos miran hacia fuera, todos miran lo más fácil de ver, lo evidente. Imagínate ke, de pronto, deje de haber toca-cintas, VHS’s, leedor de CDs, televisión... ¡carajo! Todos se irían a la mierda, la humanidad no tendría nada ke ver u oír. Sus vidas obtúzas, programáticas y alienadas, no tendrían sendero alguno...

- Sería un desastre de proporciones apocalípticas -dijo la chica, quien seguía con mucho interés lo que decía el Sr. Leinad.

- En kambio –continuó el Sr. Leinad- eso no pasaría en civilizaciones ke no están akostumbradas a mirar hacia fuera, sino hacia dentro: los hindúes, los chinos, los penachudos del Nepal, nuestra gente de las serranías ke aún tienen kontacto kon sus fuerzas invisibles, algunos artístas, en fin. Kreo ke tipos komo yo serían menos despreciados en culturas komo ésas... –sentenció el Sr. Leinad con una cínica mueca a modo de sonrisa.

- Es que en verdad la gente sólo aprecia los exitos materiales y se han olvidado del espíritu -dijo la chica al tiempo que se arreglaba el cabello- es por eso que a mí me gustan aquellas personas que son tildadas de ‘locos’; son mentes libres, creadoras y habitantes de mundos mágicos e idílicos.

- Es por eso ke los encierran -dijo muy seriamente el Sr. Leinad- son gente peligrosa para la salud del sistema. El sistema, el establishment, no puede tolerar el hecho ke los seres humanos funcionen komo entidades individuales, komo entes aislados del mundo. Todos tienen ke estar sujetos a las normas sociales kreadas por unos infradotados ke lo úniko ke desean es la sujeción del hombre al dominio del montón, la integración a la manada. Para eso tienen a la policía, a los políticos, a los comerciantes creadores de necesidades, a los medios masivos basura y a los psicólogos.

- ¡Psicólogos! ¡Puágghh! -acotó sabiamente la chica- Esos sabelotodos tienen una pseudo explicación para todo. Dicen que encierran a la gente para ‘protegerlos’ del mundo y todavía se hacen llamar ‘Psicólogos’, ‘Psiquiatras’, cuando en realidad ninguno de ésos se ocupa realmente de la ‘psique’, del alma, del espíritu, y solo se ocupan de la mente y de observar la conducta de los demás.

- Es por eso ke hubo kienes kisieron kambiar la denominación ‘Psicología’ por ‘Mentología’, el estudio de la mente -acotó enteradamente el Sr. Leinad.

- ‘Mentología’, ‘Anti-psiquiatría’, ‘Conductismo’, ‘Praxiología’... ¡todas son la misma y destructiva tontería! -dijo la chica, con evidente enfado- pues al final siempre recurren a las terapias a base de fármacos, al electroshock, la insulina y a la leucotomía. Son unos malditos fabricadores de sofismas que lo único que quieren es crear robots que hagan lo que los estatutos dicen que tienes que hacer. Solo quieren crear sustitutos, imitaciones de seres humanos, sin ninguna de las cualidades básicas de los verdaderos seres humanos...

-Es por eso ke todos los sustitutos de la vida -decía el Sr. Leinad- todos los sucedaneos de nuestra existencia, los reeplazantes, tienen éxito: los travéstis, por ejemplo, los homosexuales, sin tener nada en kontra de estas personas, son más exitosos ke las mujeres; los demagogos tienen más éxito ke los pensadores libertarios, los artístas comerciales tienen más figuración ke los artístas probos. Hasta las flores de plástico son preferidas a las flores reales.

- Y la gente prefiere los aromas envasados a los perfumes naturales -sumó la chica.

-La gente no aprecia lo policromático de la naturaleza -continuó Leinad- y solo llega a disfrutarla en un fotograma o una película. Ahí recién se dan kuenta ke el mundo está lleno de kolores. Las mujeres del mundo ‘civilizado’ no gustan de los sensitivos, de los ke hacen del afecto su bandera. No. Las mujeres prefieren a los patanes, a los engañadores, a los mujeriegos, tipos ke tienen más kontácto kon lo material y están menos comprometidos kon alguna causa noble. Les parecen audáces y graciosos. ¡De ésos se enamoran las mujeres!

- Tienes una evidencia delante de ti -dijo la chica y luego sonrió.

- Un chibolito o un perro están más cerca de lo humano ke toda la humanidad adulta y presuntamente konciente. El afecto es algo ya en desuso, un anacronismo.

- Sí. El afecto está en extinción -dijo la dama, mirando al vacío.

- Kreo ke los epitimólogos deben estar muriéndose de hambre -dijo el Sr. Leinad, y la chica comenzó a reír.

- Sí.... -dijo la dama, entre risas- también los timopsicólogos -y volvió a soltar una carcajada.

Al Sr. Leinad le parecía un sueño. No podía creer que esté sosteniendo una conversación tan larga con una dama tan bella y que esta no se haya ido aún. Al contrario: parecía que ella disfrutaba mucho con la plática.

- Pero por ejemplo tu -dijo la chica mirando directamente a los ojos del Sr. Leinad- tu a mí me pareces un tipo atractivo, tu mirada, tu forma de hablar...

- ¿Ke?! -dijo el hombre, sin poder esconder su perplejidad- no seas kruel, niña...

- ¡En serio! Tu me pareces un tipo guapo. Y encima pareces alguien muy culto, que no parece que esté apegado a las cosas materiales... y no eres aburrido.

- Solo falta ke digas ke soy gracioso y ke bailo muy bien... -dijo el Sr. Leinad, intentando ser procaz.

- Puede ser -dijo la chica, con una coqueta mirada- aún no te conozco bien, tal vez pa’ la próxima vayamos a bailar...

- UUuuuu... y eso kuándo será -dijo Leinad, esperando una propuesta imposible.

- Pues mañana. Yo puedo venir acá a la misma hora. Si estás aquí, de seguro podríamos seguir conversando o, si quieres, podríamos salir a algún lado.

- ....... Me gustaría muchísimo -musitó el Sr. Leinad.

- Pues entonces... hasta mañana.


Y la dama se levantó, dio media vuelta y se fué. El Señor Leinad, el misógino, el duro, el hombre de los arpegios diatónicos y los acordes de séptimas disminuidas, de tricordes de acentos quebradizos y destructor de estructuras melífluas... se encontraba totalmente amartelado, ido, prendado, seducido, lelo, cautivo, camelado, absorto, idiota, embabosado... pero radiante, fulgente. Casi casi felíz.

La tarde siguiente, dicen que el Sr. Leinad estuvo sentado en el mismo sitio, a la misma hora y con evidente y tangible excitación. Pero, la hora pasó y la chica nunca llegó. Aquella mujer de la cual nunca supo ni su nombre, no se acercó para nada.

- Era lo lógiko -mascullaría luego el Sr. Leinad, amargamente- ¿Kómo chucha se me iba a okurrir ke akella mujer tan linda, regresaría?. Deben de haber tantos kompadres revoloteándola komo satélites. Kreo ke, ahora si, me pasé de huevón.


Por ello, al profesor Leinad, cada vez que se sentaba a tomar un café, o almorzaba, se le humedecían los ojos, de rabia, de vergüenza, de pena, pero parecía que solo yo me daba cuenta. Luego, a unos días de suceder esto, me enteraría de la razón por la que aquella mujer nunca se apareció: la dama en cuestión fue una de las tantas enfermas mentales que escaparon del manicomio del costado. Una chica que, humillada por un idiota que la rechazó hacía ya tres años, buscó refugio en el ensimismamiento, el autismo extremo, algo que los médicos suelen calificar como: ‘locura’. Una hermosa dama que intentó suicidarse varias veces y se le dio por escapar de su casa con angustiante regularidad. ‘Desquiciamiento por Causas Sociales’, explicaron los doctores. Hasta que por fin, al no tener otras soluciones a la mano, decidieron internarla.
Y aquella chica, justamente ella, la más bonita de las internas de aquel sanatorio, tuvo que irse a sentar, precisamente, donde se encontraba el Sr. Leinad.

Nunca pude averiguar el nombre de aquella dama. Solo sé que estuvo en el cuarto 7, del pabellón 18, del Albergue de Tratamiento Mental de las Hermanas de la Caridad, un lugar superpoblado donde van a parar todos los esquizoides, psicóticos y enajenados, cuyos familiares ya no desean hacerse cargo. De allí, tras aquella fuga, la dama fue trasladada, junto con otras internas, a un nosocómio del norte.

Es por eso que, aún hoy, me sigo preguntando si debiera o no decirle lo que sé al Señor Leinad. Lo único que me a quedado por hacer es continuar asistiendo a sus cátedras, a sus tristes soliloquios sobre armonía, a los ejercicios de solfeo y a las lecciones de música del atribulado Señor Leinad, el hombre que, en una tarde de Otoño, se encontró con una dama que le dio momentánea compañía, una fugaz esperanza, un recuerdo y... una nube.

jueves, agosto 14, 2008

Dreams.. dreams...


Pablo se despertó diferente esta mañana: Había soñado conmigo.

Había soñado que paseábamos juntos por las calles tomados de la mano. Yo lucía hermosa, con un vestido rosa, con tiritas, la falda ancha que crece con el viento cuando me levantaba de la cintura y me hace girar y el cabello corto resaltando pequeños rizos adelante... todo un bombón.

Pedro me soñó linda. Soy la suma de todas las cosas que vio en las mujeres que amó. Soy la suma de todo aquello de lo que realmente se enamoró: La sonrisa de Claudia, los ojos de Adela, la voz de Esmeralda, el porte de Susana, la mirada de Darsi, las piernas de Lila y las caricias de su madre.

Pablo no me hablaba, sólo sonreía de felicidad cuando lo llevaba de la mano al estanque en medio del parque, un lugar donde el agua es clara y las aves bajan a descansar y refrescarse. La luz del sol rebotaba en mis cabellos claros, iluminaban mi rostro y lo enlazaban al paisaje. Todo fue hermoso. Tomé su mano. Nos recostamos en el pasto y cariñosamente le di un beso. Lo miré a los ojos y le pregunté si estaríamos juntos por siempre. Yo no quería alejarme de él, pero un extraño ruido irrumpió en la escena y todo se volvió oscuridad para mí.

Pablo se despertó diferente esta mañana. Es un lunes pero está más relajado, creo que hice bien mi trabajo. Se duchó, se vistió y partió para el trabajo. La oscuridad se ha disipado ya y me encuentro sentada en un sillón gris muy largo dentro de una sala blanca donde no hay nada más. Junto a mí se encuentran seres extraños, personas, objetos y animales que en silencio esperan. No sé si están despiertos o dormidos. No sé cuánto tiempo llevan aquí cada uno. No sé qué pasará después. Supongo que al igual que todos, debo esperar también a que me sueñen de nuevo.