Pablo se despertó diferente esta mañana: Había soñado
conmigo.
Había soñado que paseábamos juntos por las calles tomados de
la mano. Yo lucía hermosa, con un vestido rosa, con tiritas, la falda ancha que
crece con el viento cuando me levantaba de la cintura y me hace girar y el
cabello corto resaltando pequeños rizos adelante... todo un bombón.
Pedro me soñó linda. Soy la suma de todas las cosas que vio
en las mujeres que amó. Soy la suma de todo aquello de lo que realmente se
enamoró: La sonrisa de Claudia, los ojos de Adela, la voz de Esmeralda, el
porte de Susana, la mirada de Darsi, las piernas de Lila y las caricias de su
madre.
Pablo no me hablaba, sólo sonreía de felicidad cuando lo
llevaba de la mano al estanque en medio del parque, un lugar donde el agua es
clara y las aves bajan a descansar y refrescarse. La luz del sol rebotaba en
mis cabellos claros, iluminaban mi rostro y lo enlazaban al paisaje. Todo fue
hermoso. Tomé su mano. Nos recostamos en el pasto y cariñosamente le di un
beso. Lo miré a los ojos y le pregunté si estaríamos juntos por siempre. Yo no quería
alejarme de él, pero un extraño ruido irrumpió en la escena y todo se volvió
oscuridad para mí.
Pablo se despertó diferente esta mañana. Es un lunes pero
está más relajado, creo que hice bien mi trabajo. Se duchó, se vistió y partió
para el trabajo. La oscuridad se ha disipado ya y me encuentro sentada en un
sillón gris muy largo dentro de una sala blanca donde no hay nada más. Junto a mí
se encuentran seres extraños, personas, objetos y animales que en silencio
esperan. No sé si están despiertos o dormidos. No sé cuánto tiempo llevan aquí
cada uno. No sé qué pasará después. Supongo que al igual que todos, debo
esperar también a que me sueñen de nuevo.
1 comentario:
te cambiaste de blog :S
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